“Caso Alejandro Moreno: el uso de la “justicia” para silenciar a la oposición”: Por Gianmarco Azabache Vargas

“Caso Alejandro Moreno: el uso de la “justicia” para silenciar a la oposición”: Por Gianmarco Azabache Vargas


La democracia no muere únicamente con tanques en las calles. En nuestros tiempos, también puede morir lentamente, sofocada entre expedientes, tribunales alineados y la manipulación de la legalidad como instrumento de represión. Esa es la amenaza que se cierne sobre México con el caso del senador Alejandro Moreno Cárdenas, quien denuncia públicamente vínculos del partido de gobierno (Morena) con el narcotráfico.

El senador Moreno Cárdenas es actualmente presidente del PRI, líder continental y reconocida figura clave —por los líderes del continente— en la defensa de los valores democráticos en América Latina.

Moreno no enfrenta un proceso judicial común. Lo que ha denunciado, con pruebas y coherencia, es un patrón sistemático de persecución, por parte del oficialismo mexicano, revestido de formalidad legal: lo que conocemos como lawfare. Un método peligroso que consiste en usar la maquinaria jurídica no para impartir justicia, sino para debilitar a la oposición, anular su liderazgo y condicionar su participación. Una técnica de guerra política silenciosa que —cuando no se denuncia— puede convertirse en norma.

Este tipo de acoso judicial no solo afecta a una persona. Afecta a las instituciones democráticas, a la división de poderes, al pluralismo político y al derecho de los pueblos a ser gobernados con transparencia y alternancia. En este caso, además, golpea a una figura que lidera a la organización política más amplia de América Latina y el Caribe, la COPPPAL, donde confluyen fuerzas que lucha por sostener el andamiaje democrático de la región.

No se trata de inmunidad. Se trata de equidad procesal. De que no existan acusaciones sin fundamento ni procesos sin pruebas, reabiertos de forma constante solo porque el adversario resulta incómodo. Si la justicia es empleada como arma, no como garantía, entonces no estamos ante un Estado de Derecho, sino ante una maquinaria de control que pone en riesgo la credibilidad de todo el sistema.

Por eso, mi voz se suma a la de muchos otros que en distintos países expresan una solidaridad serena pero firme con el senador Alejandro Moreno. No porque se defienda a un partido o a una biografía política, sino porque defenderlo hoy es defender la posibilidad de disentir mañana. Es alzar la voz frente a un modelo de hegemonía que no necesita proscripciones formales si puede destruir reputaciones con recursos del Estado.

En las democracias maduras, la justicia no se somete al poder. En las frágiles, se convierte en su brazo ejecutor. Nuestra región ha luchado durante décadas por consolidar sistemas donde la crítica no sea castigada, donde la oposición no sea perseguida y donde los cargos no sirvan como escudo ni como arma.

La historia juzga con severidad a quienes, desde el poder, emplean las leyes para eliminar adversarios. Pero también juzga a quienes, desde el silencio o la indiferencia, permitieron que eso ocurriera.

Hoy más que nunca, América Latina necesita mirar con claridad. Lo que está en juego no es el destino de un dirigente. Es la salud de nuestras democracias.

Mi total solidaridad ante esta repudiable persecución, senador Alejandro Moreno Cárdenas.

Gianmarco Azabache Vargas
Analista Político Internacional

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